viernes, 5 de febrero de 2010

LOS PATRONES DE CONDUCTA SE PUEDEN CAMBIAR, EL CEREBRO ES PLASTICO


Cada vez más vamos descubriendo que el ser humano es producto de sus experiencias, que nos formamos o configuramos en función de aquellos hechos, circunstancias y situaciones que vivimos continuamente a lo largo de nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte.

Especialmente es nuestro cerebro el encargado de registrar y asimilar cada experiencia vivida y almacenarla en las denominadas huellas sinápticas, que son un conjunto de conexiones nerviosas entre las células del cerebro, las neuronas. El cerebro humano posee aproximadamente más de cien mil millones de neuronas, por lo tanto billones de conexiones sinápticas que almacenan los estímulos percibidos de toda nuestra experiencia de vida. Ejemplo de ello son el aprendizaje y la memoria, pero también las experiencias en la relación con los demás.

Desde el nacimiento podemos decir que venimos desprovistos de todo lo necesario para sobrevivir y necesitamos de la ayuda de otros mediante sus cuidados y protección. Nuestro cerebro viene capacitado para registrar las instrucciones necesarias que le da el entorno, es decir los padres y cuidadores y conseguir desarrollar un individuo único y singular que jamás ha existido y que jamás existirá.

El entorno ambiental y especialmente las figuras paternas son los que proveen al niño de los recursos necesarios para su desarrollo y lo hacen mediante la experiencia de un vinculo lo suficientemente bueno, esto quiere decir un vinculo que le de seguridad al niño, que sea sensible a sus necesidades, no solo a las de tipo biológicas, sino a la de tipo afectivo, que sepa ayudarle a reconocer las emociones que experimenta como el miedo, la alegría, la tristeza o la cólera y le ayude a identificar como suya, la experiencia.

A nivel sináptico existe una propiedad del cerebro llamada La plasticidad que es la que nos da la oportunidad de ser únicos. Cada individuo organiza el conjunto de su si mismo, cuerpo y mente a partir de sus propias experiencias, buenas o malas. La plasticidad cerebral hace que las huellas sinápticas que almacenan las experiencias puedan reasociarse unas con otras de manera que lo resultante sea una mezcla de experiencias o una síntesis de ellas que no guardan ninguna relación con la experiencia original, ejemplo de ello es la creatividad.

Nuestro cerebro continuamente va modificando las huellas sinápticas mejorándolas, y esto lo hace a partir de nuevas experiencias, por eso decimos que determinadas experiencias van permitir que modifiquemos nuestros comportamientos. Si determinada experiencia en la infancia fue recibida como dañina o dolorosa como producto de una mala interpretación de la información recibida por los padres o cuidadores es posible reorganizar esta información a partir de una nueva experiencia correctora en el presente. Es posible reorganizar la conformación de nuestra personalidad y corregir aquellas conductas más perturbadoras y desadaptativas, y todo mediante nuevas experiencias que vayan dirigidas a estimular aquellas huellas sinápticas y reorganizarlas.

Recientemente vamos siendo conscientes de esto, los científicos de la neurobiología vienen descubriendo que mediante la plasticidad cerebral es posible que las huellas sinápticas configuradas por experiencias negativas del pasado puedan reasociarse y vincularse con nuevas asociaciones sinápticas que provee una nueva experiencia correctora. La plasticidad cerebral se refiere a la libertad que tiene el cerebro para adquirir siempre una nueva forma de comportamiento, siempre y cuando exista una experiencia que lo estimule. Ejemplo de ello lo tenemos en los cambios positivos que provoca en un individuo, una relación de pareja, un vínculo de amistad profunda, un tratamiento psicológico.

Milton Miranda